jueves, 9 de junio de 2011

Gaspar Melchor de Jovellanos

Nació en Gijón en 1744, en el seno de una familia noble y culta. Desempeñó varios cargos públicos y desde ellos intentó resolver muchos de los problemas que tenía nuestro país en su época. Fue siempre un hombre prudente y equilibrado que deseaba encontrar el punto medio de todo e intentaba conseguir que España progresara en todos los aspectos.
Su obra es variada y didáctica. En ella denuncia la situación social y económica además de proponer las reformas necesarias para elevar el nivel material y moral de nuestro país. Lo más importante de su obra lo constituyen sus ensayos, por los cuales muchos lo consideran como el mejor prosista del siglo.
Algunas de sus obras son: Informe para el expediente de la Ley Agraria, Memoria para el arreglo de la policía de espectáculos y diversiones públicas, El castillo de Bellver, Pelayo, El delincuente honrado.
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martes, 7 de junio de 2011

El problema autoral de La Celestina

Permítaseme un pequeñísimo acto de arrogancia, producto del estupor, o del escepticismo crítico: se ha dicho que el Acto Primero de La Celestina no fue redactado por Fernando de Rojas, o sí lo fue, cuestión que no se ha resuelto de manera concluyente... ¿Qué majadería es ésta? (disculpas anticipadas por mi diletantismo)

Un breve apunte marginal, entre paréntesis: en el filme documental El hombre que desplegó mil corazones (Daniel Resines, 2008) se rescata la figura de Paco Torrent Guasp (1931-2005), un médico de Denia que por su cuenta y riesgo, diseccionó cientos de corazones para estudiar de primera mano su estructura muscular. Así, fuera del ámbito académico, marginado de facto por la élite científica, en 1973 describió, por primera vez en la historia, la morfología del corazón y su estructura helicoidal. [1] Este hallazgo ha sido descrito por algunos como una revolución de la Cardiología clínica, y un verdadero avance que reescribe los tratados médicos anteriores a su contribución.

En el documental citado, algunos colegas de Torrent Guasp reconocen que quienes se adscriben a la élite científica, con todo el aparato protocolario que suponen las reglas gremiales, y cargando con una tradición de siglos que pesa como un lastre, muchas veces niegan lo evidente, o miran en otra dirección cuando se propone una determinada novedad, que rompe la convención vigente. Así, quienes permanecen por fuera de los límites estrictos y acomodaticios de la norma académica pura, mantienen viva la curiosidad, alimentan el espíritu crítico que debiera ser el combustible del auténtico científico. Sólo de esta forma, el doctor Paco Torrent Guasp se atrevió a contradecir la explicatura que describía el corazón humano de forma insatisfactoria, con evidentes lagunas y "puntos ciegos".

Esta pequeña divagación, o acotación inserta con calzador, me servirá -además de para sembrar esta pequeña compositio de corazones humanos- para ilustrar una idea: que muchas veces, los árboles no nos dejan ver el bosque. ¿Cómo es posible, me pregunto yo, que cinco siglos después de La Celestina, los expertos no hayan llegado a una conclusión con respecto a su autoría? Más concretamente, por qué diantres no pueden establecer si el famoso Acto Primero es o no es producto de la misma pluma que la obra restante. Me sobrecoge un monumental descreimiento.

Para el estudiante ajeno a las investigaciones más punteras, o el común lector, que aplica criterios mundanos al paladar para sojuzgar una obra literaria, tal afirmación le resulta hueca y redundante. Si yo tengo un texto, y otro texto, y los contrasto entre sí, ya puedo aventurarme a enumerar los parecidos y diferencias entre ambos. Cuánto más un estudioso serio, con herramientas de trabajo producto de una formación estricta.

Decir que no se ha concluido si el Acto Primero de La Celestina y los quince actos que le sucedieron son del mismo autor, equivale a negar la mayor: es como decir que no sabemos si La Ilíada y La Odisea son del mismo poeta; que Cide Hamete Benengeli pudo haber escrito El Quijote; que Christopher Marlowe y William Shakespeare son autores intercambiables; que Fernando Pessoa y su heterónimo Bernardo Soares fueron personalidades distintas; que un sólo Alejandro Dumas acometió la escritura de todas las novelas de D´Artagnan; que son del doctor Watson las crónicas de su amigo Holmes; que existió Sherezade; incluso, que los cuatro evangelios pudieran ser menos, o pudieran ser más.



Si después de cinco siglos y miles de tesis doctorales sobre Fernando de Rojas, todavía no sabemos distinguir su estilo de cualquier otro estilo, es que no sabemos nada, como Sócrates. Con la diferencia de que aquél lo reconocía, en el famoso axioma.

La versión de Fernando de Rojas -que encontró el Acto Primero inconcluso, y que éste le inspiró la continuación del tema- ha de entenderse como un juego metaliterario. ¿Por qué no habíamos de pensar así? ¿Se diferencian los estilos? Un escritor no es un copista, es un creador. Y es bien capaz de falsificar su propio estilo, de tal manera que sus personajes hablen con voz propia y diferenciada. No se pronuncian igualmente las voces del melancólico Calisto y de la vieja alcahueta. Si aceptamos tal premisa, cuesta poco creer que un escritor sea capaz de simular unos rasgos estilísticos para desplegar su trama. Por ejemplo, al ralentizar o acelerar el ritmo de los acontecimientos: que un primer acto sirva para sentar las bases del drama, no implica que haya de marcar las reglas del juego para el resto de la obra. De hecho, el juego se bifurca y amplía sus ramificaciones, diseminándose fuera del texto como una bomba de racimo que martillea en los márgenes del papel.

Quizás uno de los grandes aciertos de La Celestina es el argumento en sí, tan manido y archiconocido que funciona desde su planteamiento: el mal de amores o el enamoramiento fatal, abocado al desastre. Es el esquema del drama clásico por antonomasia, transformado con el paso del tiempo para descender a nivel de calle. Los héroes antiguos, cuyas pasiones irracionales les ponían en confrontación con sus dioses y la propia Naturaleza, evolucionan a la manera italiana, convirtiéndose en jovencitos levantiscos, empecinados y volátiles. La tensión dramática, el tema que subyace, es el mismo: el quebrantamiento de un orden superior a sus protagonistas, que les es adverso y con el que no se conforman. Ahora bien, el mecanismo del drama, como una ecuación matemática, no se puede alterar porque es una prerrogativa: toda revuelta termina en la hecatombe. Cuando la pasión sensual se agota, la revolución se invierte, las emociones se fagocitan y acaban exterminando a sus promotores. Esto es lo que ocurre con los eternos amantes de Verona, y es el único final posible, que al lector-espectador le cabe vaticinar.



Otro apunte marginal, para hacer una floritura más y adornar esta composición a la manera italiana: el amor más apasionado y visceral que yo pueda relatar en primera persona, da comienzo con dos jóvenes que acuden juntos a ver una representación de Tristán e Isolda de Ricardo Wagner, en un teatro alemán de Ópera. Siete meses después, concluye con los dos mismos jovencitos yendo al cine para ver Public Enemies, la película de Michael Mann. O dicho de otro modo: "Arranque de caballo, parada de burro".

¡La historia de Calisto y Melibea pudo pasarle a cualquiera! O bien, nos ha sucedido a todos.

Eso quiere decirnos Fernando de Rojas en su Celestina, cuando inventa -esta es mi apuesta personal- que halla el Acto Primero de autor anónimo, y juzga conveniente su continuación. No en vano, don Fernando de Rojas es toledano, nacido en La Puebla de Montalbán, y llegó a ser Alcalde Mayor de Talavera de la Reina. ¿No nos sugiere nada, nada en absoluto, que se hiciera en Toledo la más ingente traducción de textos del árabe, al hebreo, al latín? ¿Qué nos quiere decir Cervantes cuando inventa -esto sí que parece ser una convención bien asentada- que se encuentra el manuscrito de El Quijote en un zoco de Toledo?

Acaso Toledo fuera el nexo, donde confluye la encrucijada de caminos. Es la edición de Toledo de 1562 la que añade un acto más. Es en Toledo actualmente, donde un coleccionista particular conserva el único ejemplar superviviente de la edición zaragozana de 1507. Y es la edición toledana del 1500 la que se disputa con la de Burgos el rango de ser la edición príncipe del libro. Sólo en Toledo, podría darse una engañifa de tal calibre. Una ciudad laberíntica y recoveca, amurallada al exterior y angulosa en su interior, es la cuna de La Celestina. Basta con pasearse por el barrio de juderías, o investigar las misteriosas casas de tipo árabe, para echar en falta un hilo de Ariadne, que nos rescate del periplo incierto.

El argumento de La Celestina es bien facil de resumir. Un mozalbete siente los padecimientos de un amor no correspondido, y acude, mal aconsejado por su sirviente, a la famosísima alcahueta. La célebre Celestina enreda, o hechiza, al objeto de su amor. Así, la Melibea virginal -añádanse todos los atributos típicos, que incluyen precaución, soberbia y ceguera propias de la edad- se deja convencer rápidamente del engaño, no sabemos si poseída de un influjo perverso, o símplemente halagada por el nuevo interés romántico. A espaldas suyas, mientras nuestros jóvenes flirtean y se enroscan, los criados y truhanes hacen del enredo una confabulación atroz, que acaba en asesinatos, accidentes y traiciones rufianescas.

Como los amantes de Teruel, nuestros protagonistas terminan haciendo una anti-elegía del amor, o un canto al amor mal entendido, fracasando sus proyectos y desperdiciando sus vidas. Sólo Melibea parece recobrar la donosura cuando escoge su final apoteósico, y tiene que venir su propio padre a lamentarse luego del sinsentido de las cosas. Sinsentido que cobra una lógica esencial, si sopesamos bien los detonantes, los componentes de la ecuación, y medimos en la báscula las cantidades de culpa, vanidad y desdoro que fluctúan entre todos los personajes.

Hay quien dijo que, en esta obra, los malvados reciben su justo merecido -como suele decirse, el crimen siempre paga- pero ¿qué hay de los hombres buenos? ¡Si en La Celestina muere hasta el apuntador!

¿Acaso hay hombres buenos en el libro? ¿Podemos disculpar a los protagonistas por su inconsciencia, fruto de la inexperiencia? No, ninguno de ellos es tan beatífico, todos pecan de algún modo. Así, la moral retributiva siempre queda satisfecha. El crimen paga, sí, y en La Celestina son todos criminales. En primer lugar (ACTO I) quién se cree Calisto, para negarse a respetar la virtud de Melibea. Qué clase de amor será éste, que no admite el libre albedrío de su víctima. Por otra parte, qué virtud será la que enarbole nuestra Melibea, que transita del desamor al más tórrido enamoramiento, dando grandes zancadas de un estado a su contrario.

La Celestina adopta un formato nuevo, para relatarnos una fábula moralizante, o una sátira perversa cuyo desenlace sirve como máxima ejemplar. Sustituyan a Cupido, o un amable amorcillo de los que pintara Rafael Sanzio, por una Celestina puta y vieja -así rezaba el título del libro- y tendrán asegurada una Tragicomedia.



DE ROJAS, Fernando. La Celestina. Comedia o Tragicomedia de Calisto y Melibea. Edición de Peter Russell. Castalia. Madrid, 1991.

jueves, 2 de junio de 2011

El paro bajó en mayo en 79.701 personas, hasta 4.189.659 desempleados

EL MUNDO

El paro registrado bajó en España en 79.701 personas (-1,87%) al finalizar el mes de mayo, según los datos de las Oficinas de los Servicios Públicos de Empleo. De esta forma, el número de personas en situación de desempleo se situó en 4.189.659.
En términos interanuales, el paro ha aumentado en 123.457 personas, (3,04%), mientras que en mayo de 2010 el incremento fue de 446.063 desempleados más que el año precedente (12,3%).
El paro bajó en mayo en ambos sexos, aunque más entre los hombres, al reducirse en 55.890 (-2,64%), frente a una bajada del desempleo femenino en 23.811 hombres (-1,11%), situándose el total de hombres en paro en 2.064.581 y el de mujeres, en 2.125.078.
Por sectores, el desempleo descendió especialmente en los servicios, con 34.613 parados menos (el 1,39 %); seguido de la construcción, con 20.922 (2,75 %); la industria, con 10.663 (2,13 %) y la agricultura, con 5.059 (3,58%), mientras que en el colectivo sin empleo anterior, bajó en 8.444 (2,19 %).
La secretaria de Estado de Empleo, Mari Luz Rodríguez, ha afirmado que "se trata de un dato positivo que nos anima a seguir trabajando, porque todavía son muchas las personas a las que debemos ayudar a prepararse para regresar al mercado de trabajo".
El descenso producido en el número de personas desempleadas es "el segundo mayor en un mes de mayo desde 1997", destacó

viernes, 8 de abril de 2011

EL CAMINO DE SANTIAGO

El peregrino, una vez dentro de la Península puede seguir varias rutas en peregrinación a Santiago de Compostela.




  • Se puede llegar siguiendo el Camino Cántabro, desde Oyarzin por toda las costa Cantábrica.
  • Siguiendo el Camino Portugués, procedente del sur y oeste peninsular.
  • Pero la ruta más conocida es el Camino Francés, que penetra en España a través de los Pirineos por dos lugares diferentes: Roncesvalles y Somport, para unirse ambos en Puente la Reina.

    Después se atraviesan las Comunidades Autónomas españolas de Navarra, La Rioja y Castilla y León, para finalizar en Galicia.

San Martín de Frómista


Pinturas de San Isidoro

Las principales muestras de la pintura románica se encuentran en las bóvedas del Panteón de los Reyes de San Isidoro, en León, consideradas como la "Capilla Sixtina" del Románico.
Pantócrator de San Isidoro

REYES VISIGODOS

Reyes visigodos
  • Ariarico: 300-330
  • Aorico: 330-340
  • Geberico: 340-350
  • Alavivo: 350-369
  • Fritigerno: 369380.
  • Atanarico: 380381.
  • Alarico I: 395410.

Reino arriano de Tolosa

  • Ataúlfo: 410–415.
  • Sigerico: 415.
  • Walia: 415–418.
  • Teodorico I: 418–451.
  • Turismundo: 451–453.
  • Teodorico II: 453–466.
  • Eurico: 466–484.
  • Alarico II: 484–507.

Reino arriano de Narbona

  • Gesaleico: 507–511.

Época de gobierno ostrogodo de Rávena

  • Teodorico el Grande(ostrogodo, regente de Amalarico): 511–526.

Reino arriano de Toledo

  • Teudis: 531–548.
  • Teudiselo: 548–549.
  • Agila I: 549–551.
  • Atanagildo: 551–567 (fija su residencia en Toledo).
  • Liuva I: 567–572.
  • Leovigildo: 572–586.
Reino católico de Toledo
  • Recaredo I: 586–601.
  • Liuva II: 601–603.
  • Witerico: 603–610.
  • Gundemaro: 610–612.
  • Sisebuto: 612–621.
  • Recaredo II: 621.
  • Suintila: 621–631.
  • Sisenando: 631–636.
  • Chintila: 636–639.
  • Tulga: 639–642.
  • Chindasvinto: 642–653.
  • Recesvinto: 653–672.
  • Wamba: 672–680.
  • Ervigio: 680–687.
  • Égica: 687–700.
  • Witiza: 700–710.
  • Rodrigo: 710–711.

Fin del reino visigótico

  • Agila II: 710–714 (reinó en la Tarraconense y Septimania).
  • Ardón: 714–720 (reinó en la Septimania).
  • Teodomiro: 713–743 (reinó en Reino de Tudmir (713-779)).
  • Atanagildo: (743-779?) (reinó en Reino de Tudmir (713-779)).
Teodorico I († 451)
Recaredo II († 621)


Reino visigodo a la muerte de Leovigildo, año 586
 
Ataúlfo († 415)

Eurico († 484)

Leovigildo († 586)

 
   
 



miércoles, 30 de marzo de 2011

PERSONAJES:


  1. Guillermo de Baskerville – protagonista, fraile franciscano Bertrando del Poggetto – Cardenal y líder de la legación papal
  2. Adso de Melk – narrador, novicio franciscano y aprendiz de Guillermo
  3. En la abadía .
  4. Abbone da Fossanova – el abad del monasterio benedictino
  5. Ubertino da Casale – fraile franciscano exiliado y amigo de Guillermo
  6. Severino de S. Emmerano – herbolario
  7. Malaquías de Hildesheim – bibliotecario
  8. Berengario de Arundel – ayudante del bibliotecario
  9. Adelmo da Otranto – ilustrador miniaturista, novicio y primera víctima
  10. Venancio de Salvemec – traductor de manuscritos,
  11. especialista en griego
  12. Bencio de Uppsala – estudiante de retórica
  13. Alinardo da Grottaferrata – monje más anciano de la abadía
  14. Jorge de Burgos – monje anciano y ciego
  15. Remigio de Varagine – cillerero (mayordomo del monasterio)
  16. Salvatore – monje y ayudante de Remigio
  17. Nicola da Morimondo – hermano vidriero
  18. Aymaro de Allessandria – monje chivato
  19. Michele de Cesena – líder de los franciscanos "espirituales"
  20. Bernardo Gui – inquisidor y líder de la legación papal

EN NOMBRE DE LA ROSA


Una mañana de finales de noviembre del año del señor 1327 Fray Guillermo de Baskerville (Sean Connery), monje franciscano y antiguo inquisidor, y su inseparable discípulo el novicio Adso de Melk (Christian Slater), que es quien relata la historia, acuden a una abadía benedictina situada en el norte de la península italiana para intentar esclarecer la muerte de un joven miniaturista. Durante su estancia en la abadía van desapareciendo misteriosamente más monjes, a quienes encuentran muertos al poco tiempo. El miedo cunde en la abadía, ya que las muertes parecen estar relacionadas con las 7 trompetas del apocalipsis que anuncian el fin del mundo. Lentamente, y gracias a la información aportada por algunos monjes, Guillermo va esclareciendo los hechos. El móvil de los crímenes parecen ser unos antiguos tratados acerca de la risa, que se encuentran en la biblioteca del complejo, un complicado laberinto en una de las torres del monasterio de la cual se dice que es la mayor del mundo cristiano. Paralelamente a esto, la abadía es el punto de reunión para una discusión sobre la pobreza de Cristo. El misterio queda revelado: el libro en cuestión está dedicado a la licitud de la risa y es la única copia que sobrevive de varios que escribió Aristoteles sobre este tema. Uno de los monjes mas viejos, ciego y conocedor a fondo de la biblioteca, era el responsable de asesinar a cada monje que tomó contacto con el libro, que, de paso, tenía las hojas envenenadas.