miércoles, 20 de octubre de 2010

Australia,aborígenes


Australia es una isla gigantesca, un verdadero continente de 7.682.300 kilómetros, unas 16 veces la superficie de España. 4.135 kilómetros separan Sídney de Perth, al oeste, es decir, cinco horas y media de avión o sesenta de autobús."De todos los salvajes que he visto en mi vida, los aborígenes australianos son los más desagradables". Tal era la opinión del filibustero inglés Dámper a finales del siglo XVII. Y la misma debió de ser la de los colonizadores hasta tiempos muy recientes, quienes, al parecer, no tenían tiempo de cuestionarse sobre los legítimos ocupantes de las tierras, de las que ellos se iban apropiando: al igual que los canguros y que los eucaliptos, los aborígenes debían ceder su lugar a las vacas y a las ovejas. En los mejores momentos de la conquista, los colonos no dudaron en poner precio a las orejas de los australianos, que fueron tiroteados o envenenados por cazadores profesionales. Las enfermedades infecciosas propias de los europeos, contra las que los aborígenes no estaban inmunizados, fueron también causantes de la rápida caída de su demografía. Pero la privación más grave, y la que sin duda causó más estragos, fue la de sus territorios ancestrales y de sus lugares sagrados, que dejó a los aborígenes sin su razón de vivir.

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